El mismo título, Vivir con alegría, nos contagia del es­píritu de estos cuentos, Alegría, Amistad y Valentía, tres magníficos caminos vitales que narran historias inespe­radas, frutos sabrosos del mundo de la fantasía: ese espa­cio con leyes propias que no se puede alcanzar siguiendo los mapas que nos enseñaron en la escuela porque no es fijo, sino que sigue el rumbo del sentimiento.

Los monstruos solo dan miedo a quienes no son capaces de acercarse lo suficiente como para tenderles la mano, en ese mundo construido con la materia de nuestros sue­ños y de nuestra ilusión, y son tan parecidos a nosotros porque compartimos los mismos crujidos nocturnos, la oscuridad en el dormitorio, la angustia cuando nos hace falta un abrazo. Y, como dice la niña monstruo: «Uno no puede llegar y pedir que te presten un peluche».

Narrativamente, Cheri Lewis G. deja que los episodios se presenten ellos solos, que acaben encajando perfecta­mente en un rompecabezas donde, al final, obtendremos una visión de conjunto que va mucho más allá de los re­latos aislados.